REFLEXIONES DEL PASTOR
DOMINGO 27-09-2015
XXVI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
LA TOLERANCIA Y FIDELIDAD
Mc 9, 36 – 43. 45. 47 – 48
La pedagogía que subyace a lo largo de las páginas de las sagradas
escrituras, va conduciendo y haciendo propuestas al hombre y a la mujer para
que lleguen a ser personas plenas, tanto individual como colectivamente.
En los pasajes que la liturgia nos propone este domingo señala para ello
caminos positivos; compartir dones personales y tareas comunitarias; la
tolerancia para los que no son de nuestro grupo o comunidad y la utilización de
los bienes materiales al servicio de las personas y no al revés.
Esto lo hace subrayando situaciones que continúan siendo actuales, en la
sociedad y en la Iglesia. La intolerancia con los que no pertenecen a nuestro
grupo, el enriquecerse a costa de situaciones injustas, el exigir a todos y a toda
la realización de las mismas normas rituales para considerarlos personas
normalizadas y estructuradas.
Y como tema de fondo la fidelidad o infidelidad al espíritu de Dios que
acompaña el camino del pueblo de Israel, en la antigüedad, y del pueblo de
Dios, la Iglesia, en sus comienzos y en el momento presente.
Todas estas cuestiones nos pueden venir muy bien a los que, en las
parroquias, comunidades, grupos y movimientos, andamos por estas fechas pensando
en el comienzo de un nuevo curso de pastoral y las nuevas programaciones que tendremos
en nuestra Parroquia, las actuaciones comunitarias a lo largo de este camino y
sobre todo teniendo cercano este proyecto del Año de la Misericordia.
La confianza de ser siempre la actitud fundamental que hemos de procurar
mantener en las comunidades de creyentes. Yo diría que nuestra identidad y
nuestra tarea se basan en ella.
Cada uno de los creyentes hemos llegado a serlo por pura iniciativa de
Dios. Él nos ha elegido y nos ha llamado – como hizo en otros tiempos con el
pueblo de Israel – a ser sus hijos e hijas y a constituirnos en un solo pueblo;
un pueblo de personas libres y felices que se sienten comprometidas en la
construcción de un mundo justo de un mundo de hermanos.
Cuando alguien ha mostrado tal predilección por nosotros no cabe otra
respuesta que la de una total confianza en él, el que seguirá indicando a cada
uno el camino que conduce a la realización plena de nuestro destino y nos
dotará de los medios necesarios para que logremos alcanzarlo y disfrutarlo.
Y aunque ese destino de libertad y de felicidad sea común y regalado
para todas las personas, no todos lo descubrimos, y lo aceptamos a la vez; ni
nos comprometemos de la misma manera. En cada comunidad cristiana, en cada uno
de esos grupos, es necesario un clima de confianza y de respeto mutuo en el que
se compartan los dones y carismas de cada y de sus miembros.
La etimología de la palabra “escandalo” es la de “piedra de tropiezo” y
en el contexto evangélico el termino escandalizar se aplica a todo aquello que
aparta o separa del seguimiento de Jesús por el que los creyentes hemos optado.
Por ello nunca debe ser motivo de escándalo la actuación individual y
colectiva de muchos hombres y mujeres de nuestro tiempo que, sin “ser de los
nuestros” denuncian las situaciones de injusticias que se producen en nuestro
mundo, en nuestro país, trabajan solidariamente por la causa de los más pobres,
y proponen a hombres y mujeres de buena voluntad, que nos unamos en la
construcción de un planeta más limpio, más pacífico y mejor repartido.
La amonestación que Jesús dirige a sus discípulos, es para advertirnos
de nuestras posibles desviaciones a la hora de proponer a los demás su buena
noticia. El habla del ojo, de la mano y del pie como posibles causas de escándalos,
de tropiezos, de separación, para entrar en su proyecto de Reino de Dios.
Y es que muchas veces nuestra manera de ver las cosas, de mirar a las
personas, de observar la realidad son más propias de un pagano que de un
creyente. Algo parecido sucede con nuestra forma de tocar, de relacionarnos con
los bienes que son de todos y con las personas que carecen de ellos. Y lo mismo
podríamos decir de nuestros pasos, de los objetivos que queremos alcanzar en
nuestro quehacer cotidiano.
Necesitamos abrir las puertas y salir fuera de la comunidad. Si en las
comunidades y grupos hay una opción clara por seguir a Jesús y llevar adelante
su proyecto el Reino de Dios, es necesario mantener las puertas abiertas para
que pueda entrar la vida que hay fuera y podamos sacar la que existe dentro.
El proyecto de Jesús es universal; está dirigido a todos los hombres y
mujeres de la tierra y a todos nos compete el llevarlo adelante. Muchas de
estas personas ya no vienen a nuestros cultos y reuniones porque no conectan
con su realidad más cotidiana. Tendremos que hacernos presentes en ella y
compartir sus inquietudes, sus gozos y sus esperanzas.
Es también un proyecto abierto, un proyecto iniciado pero no terminado.
La comunión, la corresponsabilidad y la misión no se agotan dentro de la
Iglesia; hemos de sacarla fuera de ella y convertirla en objetivo también en
los ambientes de cada uno de nosotros donde vivimos por algo dice el Señor que
tenemos que ser sal, tenemos que ser levadura.
Cuando esta tarea la realizamos con verdadero espíritu de servicio,
nuestros contemporáneos comprenderán porque nuestro Dios es padre – madre que
confía en sus hijos y en sus hijas y porque nuestras relaciones fraternas nos
empujan a colaborar con todo lo que somos y tenemos, en la construcción de una
sociedad más justa y en la defensa de los derechos humanos de las personas y de
los pueblos más desfavorecidos.
Dios no abandona nunca ni a su pueblo ni a cada creyente. Acepta al que
lo reconoce como dador de todos los dones, nos ayuda a alcanzar todos los
proyectos de desarrollo personal y colectivo. Y además conoce todas la
necesidades que tenemos para llegar a ser personas libres y felices.
En nuestra vida de cada día nos vamos a encontrar con personas
diferentes, no solo por el color de la piel sino por la forma de pensar y de
actuar. Que la tolerancia, y las profundas convicciones de cada cual presidan
nuestras relaciones con todos ellos, particularmente en este mundo agresivo y
dividido donde nos toca vivir con entereza y valentía nuestro compromiso cristiano.
+Roberto de Coro
@MonsLuckert