Reflexiones del pastor. Seguridad y solidaridad. Domingo, 10/5/2015

REFLEXIONES DEL PASTOR
DOMINGO 10-5-2015
VI DOMINGO DE PASCUA

SEGURIDAD Y SOLIDARIDAD
Jn 15, 9 – 17

La seguridad social, como su nombre lo indica, no es la que garantiza el poder, sino la que está avalada por la sociedad. Es esta, el tejido social, la familia y el vecindario, el trabajo y las asociaciones, los grupos y comunidades, la única que puede asegurarnos frente a las eventualidades y de cara al futuro si falta el tejido social, si se desmantela la solidaridad orgánica, cuando el individualismo y de bien poco sirven las medidas de la seguridad social establecida por los gobiernos.


Hoy todo el mundo se queja en Venezuela, manifestaciones de multitudes están exigiendo lo que tienen que exigir por derecho, es decir, su bienestar social producto de una seguridad social en un país que ha malbaratado, derrochado en quince años los recursos que por el camino petrolero han llegado a la gran Venezuela, a la Venezuela rica que hoy es inmensamente pobre.

A estas alturas ha quedado patente lo difícil y peligroso de una seguridad basada en un Estado – providencia – regalón.  Tales experiencias fácilmente se han decantado por la absorción del individuo y han terminado por arruinar la función solidaria del tejido social. Confiados vanamente en que el Estado petrolero lo haga todo, hemos descuidado nuestra propia responsabilidad y hemos bajado la guardia en la participación de todo el tejido social. Demasiadas quejas y reuniones y movilizaciones… para protestar. ¿Qué ha hecho desde la iniciativa social para crear empleos? ¿Qué hacen los sindicatos?, ¿Qué hacen los partidos políticos, las organizaciones profesionales, las asociaciones de vecinos o comunas? ¿Qué se hace para acortar distancias, mitigar las desigualdades y crear oportunidades a los marginados y excluidos?

Una capa larga de crisis, como la presente, no es tiempo solo para las lamentaciones, las protestas y manifestaciones multitudinarias. El lugar de la multitud no es la calle para manifestarse, sino los lugares de reunión para asumir responsabilidades. Posiblemente el Gobierno tiene un papel importante, pero nadie puede eximirse de su responsabilidad, de la urgencia de convocar la solidaridad de todos los venezolanos. Sin esta solidaridad, pendiente, descuidada y maltrecha en la época de las vacas gordas, no queda otra alternativa que la de comer sopa de ajos, o la de dame pan y llámame bobo.

Pero esa filosofía de la vida tiene un precio muy alto. Se paga en pérdida de dignidad manifiesta en esas humillantes colas frente a las empresas de ventas de productos para poder alcanzar lo mínimo que necesitamos para vivir con mediocridad nuestra vida de venezolanos en un país, y repito la idea: inmensamente rico, pero inmensamente pobre.

Es urgente reforzar el tejido social con los vínculos de la solidaridad para que podamos mirar el futuro de Venezuela con esperanza y con ánimo. No podemos dejar nuestro futuro en manos de unos pocos políticos de mala calidad, aunque hayan sido elegidos por nosotros. Porque no podemos delegar en nadie nuestra propia responsabilidad de venezolanos de construir un país digno, un país libre, un país democrático y un país justo.

+Roberto de Coro
@MonsLuckert