Reflexiones del pastor. El señor es mi pastor. Domingo, 11/5/2014

REFLEXIONES DEL PASTOR
DOMINGO 11-5-2014
IV DOMINGO DE PASCUA

EL SEÑOR ES MI PASTOR
Jn 10, 1 – 10

Una experiencia similar a la de nuestro tiempo es la falta de liderazgo moral y desprestigio de la autoridad, por abusos, corrupciones o escándalos, la tuvo la comunidad del Antiguo Testamento con sus autoridades e instituciones. Ante el descontento y la insatisfacción, aquella comunidad no se dejó llevar por el desánimo y el desaliento, aunque motivos tuvieron muchos. Siempre hubo entre ellos personas de esperanza que se la contagiaron, porque si Dios les había ayudado en el pasado, lo haría también en el futuro.


Aquella esperanza se expresó en la figura de un Mesías, un elegido, que haría realidad todas las aspiraciones de justicia, paz, libertad y comida; que no haría sentirse culpables y malos a quienes sufrían calamidades como si fueran castigos divinos y, por lo tanto, merecedores de tantas desdichas, que los declararía inocentes. Aquella ansiedad supo recogerla maravillosamente  el autor del salmo que hoy recitamos, el salmo 23. Solo Dios puede dar la confianza y la seguridad que los humanos necesitamos para ser nuestro camino de la vida sin el miedo existencial que tanto aferra a filósofos y literatos.

La confianza y la seguridad se basan en la bondad y la misericordia de un Dios lleno de ternura y comprensión hacia una humanidad siempre frágil y  tantas veces rotas y desgarradas por lo que ve y sufre. Por eso Pedro aprovecha la primera ocasión para resumir que esa historia de insatisfacción, ansiedad y esperanza desemboca en Jesús que es, pese a sus apariencias de sencillez, aquel Mesías anhelado que Dios ha constituido como señor. No un señor cualquiera de los que se rodean de boatos y de poder pero no pueden, solo aparentan.

Este Jesús, sencillo, de familia humilde pero no un hombre de éxito hecho a sí mismo, sino elegido por Dios, es la figura del pastor, guía y señor que Dios nos propone, y parece la contrafigura del éxito y la apariencia, lo opuesto al poder y a la imposición. Pedro recoge muy bien la primera experiencia de quien se incorpora a la comunidad del Nuevo Testamento, el perdón, es decir, la aceptación de quien es tal como es, el no rechazo, la no culpabilidad de la propia existencia, en otras palabras, la exclusión.

Las cosas que nos ocurren pueden tener muchas causas, pero vivir sufriendo las calamidades que se ven no es consecuencia de la propia culpa, no es un castigo divino, es consecuencia de una configuración compleja de la sociedad. Sentir que Dios no está reservado a buenos y gente de éxito, sino que es de todos y para todos, de los de cerca y de los alejados, es la primera experiencia de un señor como Dios manda, como querríamos que fueran todos los señores con autoridad. 

El evangelio concluye este proceso histórico de ansiedad y de esperanza llevándonos al ámbito religioso. También este ámbito forma parte de la experiencia humana y tampoco él se libra de las tensiones y manipulaciones, abusos y servicios. No se refiere a la autoridad religiosa que ya está incluida en la referencia de la primera lectura de este domingo y también en el salmo. Ahora es el sentido religioso mismo. Es nuestra propia fe la que se ve sometida a un sentido crítico que nos pone delante un interrogante serio a partir de las afirmaciones de Jesús.

Sí, él es el buen guía hacia Dios. Sí, en él hay una preocupación personal por la fe de los creyentes y el sentido de su religión, es la vida y la alegría de vivir.

Promover manifestaciones masivas de religiosidad no sé si se coincide con el del evangelio. Preocuparse del orden cultural y político de las buenas costumbres y de los comportamientos sociales está muy bien, pero no es lo fundamental. El de Jesús está claro. Una religiosidad autentica se verifica si está volcada en la vida de quienes lo pasan mal para acogerlos, apoyarlos y animarlos. Esta es la puerta verdadera que conduce a Dios y nos lo trae.

Que la confianza de saber a Dios de nuestro lado cuando vivimos inmersos en las actividades cotidianas sea una alegría profunda que nos acompañe siempre y sepamos transmitir a los demás.

+Roberto de Coro

@MonsLuckert