DOMINGO, 18/5/2014
V DOMINGO DE PASCUA
CAMINO, VERDAD Y VIDA
Jn 14, 1-12
En estos momentos de gran dificultad que vive el mundo, y especialmente Venezuela, es consoladora la palabra del Señor este domingo. “No pierdas la calma”.
En la vida de nosotros los cristianos no debe anidar la tristeza, Jesús ha resucitado y nosotros con él. Estamos llamados a vivir eternamente en la casa del Padre. Ya tenemos preparada la morada junto a él y Él es fiel. Esta es la fe que alienta nuestra esperanza y que nos anima en este domingo.
Jesús afirma: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Estas frases de Jesús pueden llenar de gozo nuestro corazón en esta mañana dominical. Hay en ellas tres palabras enormemente ricas de sentir: camino, verdad y vida.
CAMINO. Es cierto que se hace camino al andar, dice el poeta, pero nosotros conocemos las huellas que se han de seguir. Alguien ha hecho el camino por delante de nosotros. No vagamos sin rumbo, no estamos perdidos, no desconocemos el sentido y la meta de nuestro caminar. En Jesús hemos sabido de dónde venimos y a dónde vamos.
VERDAD. Sobre nuestra sociedad venezolana planea la pregunta de Pilatos: “¿Y qué es la verdad?”. Pero ciertamente el mundo no se pregunta sobre la verdad con intención de buscarla, sino para hurtarla, falsearla, mentirla. Vivimos en una cultura de mentirosos. Se pronuncian palabras embusteras, se miente con descaro y se mata al que dice la verdad, se persigue al testigo fiel, al profeta, a los hombres de Dios. Se justifica lo injustificable. Se miente a Dios, al hombre. Jesús es la verdad. Nunca nos engañará. Siempre encontraremos en él la palabra auténtica, sincera, de amigo fiel. Necesitamos oír su palabra cierta, necesitamos estar muchos ratos a solas escuchando a aquel que sabemos que nos ama.
VIDA. De Jesús brota la vida, él es fuente de agua viva, ha venido para que tengamos vida, una vida abundante. Jesús es la vida. Y lo es en un mundo de muerte, en un mundo en el que la vida es una palabra vacía para millones de seres humanos. Muchos testigos de América Latina, de Venezuela y de otros lugares nos dicen: “ustedes dan por supuesto que mañana van a vivir. Acá no podemos hacerlo. Mañana puede ser que no vivamos ya”.
Pueblos enteros viven la amenaza de la muerte como algo cercano y probable. Es la terrible realidad del venezolano en la actualidad y por eso se protesta, por eso están los jóvenes en la calle exigiendo seguridad para poder vivir y vivir con dignidad en una Venezuela libre, democrática, justa.
Ya sabemos cómo es Dios. Nuestro Dios es el DIOS de la vida. Nuestro Dios es el Dios de la VERDAD. Nuestro Dios nos ha mostrado su rostro y el camino hacia Él en su hijo Jesús. Ya sabemos cómo es Dios, ya conocemos al Dios de los cristianos. Ya hemos visto en su hijo muy amado: “Quien me ha visto a mí ha visto al Padre”. Dios invisible, en la plenitud del tiempo de salvación, nos ha visitado y hablado en su hijo Jesucristo. Dios está con nosotros, Dios se ha hecho de nuestra carne y sangre. Se llama Jesús de Nazaret, nacido de María, amigo nuestro entregado hasta la muerte, glorificado para nuestra esperanza. Él es el CAMINO, la VERDAD y la VIDA.
Esta revelación nos la ha hecho Jesús con su vida y con sus obras. El que cree en Él también hará las obras que Jesús hizo, y aún mayores. Somos invitados a ser testigos de Jesús y a manifestarnos como tales por medios de nuestras obras. Esas tres palabras a través de las cuales Jesús se ha definido pueden muy bien orientar nuestro propio obrar.
Nosotros debemos ser camino que facilite el tránsito por Él hacia la casa del Padre. Un camino abierto a quienes en este mundo tienen más duro el caminar: los arrojados en los márgenes de los caminos. Somos llamados a ser veraces, a dar testimonio de la verdad. Es esa verdad la que hace hombres libres. Una verdad que, en los mejores testigos, ha sido sellada con sangre, como lo hizo su Maestro y Señor.
Estamos invitados a dar la vida, porque nuestro Dios es un Dios de vivos, de vida. Hemos de optar por la vida allá donde germine, aun en sus detalles más pequeños. Hemos de denunciar y oponernos con valentía a la muerte, allí donde se incube, aunque se revista con el ropaje de la mentira, incluso en nombre de dios, que siempre será un Dios falso.
+Roberto de Coro.
@MonsLuckert