Reflexiones del pastor. Domingo de Ramos, 13/4/2014

DOMINGO 13-04- 2014
DOMINGO DE RAMOS
SEMANA SANTA


En los libros litúrgicos anteriores al Concilio Vaticano II se llamaba “Semana Mayor” a la semana que vamos a iniciar. Ninguna semana en el año es tan rica en celebraciones litúrgicas como la presente. Y la religiosidad popular, al menos en Venezuela, se vuelca en manifestaciones de su fe, sobretodo en forma de procesiones, que recorren las calles de nuestros pueblos y ciudades.

Esta semana era encuadrada entre las palmas victoriosas del Domingo de Ramos y el canto de victoria del aleluya pascual del próximo sábado. La muchedumbre del pueblo que acompaña la entrada de Jesús en Jerusalén con las aclamaciones de Hosanna son como una obertura del violento drama que terminará con la victoria de Cristo sobre la muerte. Y entre estos dos puntos cruciales del Domingo de Ramos y la mañana de Pascua se concentran los misterios de nuestra fe.


En primer lugar está el misterio del amor que se nos dio en la eucaristía el Jueves Santo, la víspera de su pasión. El testamento del Señor consiste en la entrega del pan, que se ha convertido en su cuerpo, y en la entrega del cáliz que contiene su sangre. Y nos da el encargo: “hagan esto en memoria mía” (Lc. 22, 19). Y la Iglesia fielmente a lo largo de los siglos ha mantenido viva esta memoria hasta el día de hoy. La eucaristía es el centro vivo de la Iglesia.

A la celebración de la eucaristía siguen los diversos pasos del drama: el huerto de los olivos, la traición de Judas, la noche de la pasión, que nos conducen al segundo gran misterio, la muerte redentora  de Jesús en la cruz.

A la celebración del Viernes Santo sigue la gran noche de la Resurrección, la Vigilia Pascual. Con la Resurrección de Cristo de entre los muertos comienza un nuevo mundo, una nueva esperanza, una nueva fe.

A la luz de la celebración de estos misterios se comprende que hubo sobrados motivos para llamar a estos días Semana Mayor. Sin embargo, en los nuevos libros litúrgicos se los llama “Semana Santa”, que ha sido la designación tradicional en América, particularmente en Venezuela.

Santo no quiere decir otra cosa que estar unido con Dios, entrar en contacto con él esencialmente santo, participar de su santidad. Solo hay algo que destruye esta unión con el origen de nuestra vida: el pecado. Esta unión destruida por la culpa de Adán y de todos sus hijos fue restablecida por Cristo mediante los misterios que celebramos en esta Semana Santa.

Jueves Santo es el día de la eucaristía, el sacramento de la santidad, la fuente de toda santidad, pues nos une con aquel al que, en el Gloria de la misa, llamamos “solo tú eres santo”. En el Viernes Santo celebramos el misterio de la muerte de Cristo en la Cruz por la que se pagó el rescate por los pecados, pequeños y grandes. En la noche de la Pascua, recordamos el bautismo por el que nos incorporamos al Cuerpo de Cristo, al pueblo de Dios.

Estos pocos y breves pensamientos, nos dan una idea de lo que esta semana significa para los cristianos. Con toda razón  llamamos a esta semana “Semana Santa”. Al comenzar la semana de la pasión de Jesús y honrarlo como Rey, recordamos que fue voluntariamente a la pasión y no pierde su dignidad de Rey, aunque se le coloque una corona de espinas.

Jesús fue obediente y fiel a la voluntad del Padre y, consecuentemente con su misión, arriesgó su vida. Que nosotros seamos audaces y valientes siendo sus testigos también donde ser cristiano sea arriesgado. No tengamos miedo de la cruz de Cristo.

+Roberto de Coro
@MonsLuckert