Reflexiones del pastor. A la luz por la cruz. Domingo, 16/3/2014

DOMINGO 16-3-2014
II DOMINGO DE CUARESMA

A LA LUZ POR LA CRUZ
Mt  17, 1  – 9

A la luz por la Cruz. El rechazo de la Cruz es una realidad en nuestra sociedad cómoda en la cual vivimos. Abraham, obediente a Dios, se pone en camino. Jesús obediente al Padre en su camino a Jerusalén (Cruz) revela a los discípulos su gloria.

La transfiguración fortalece a Jesús  y a los discípulos para el momento que va a venir y les lleva a la vida diaria.

Es un hecho constatable diariamente en nuestras relaciones humanas en las charlas familiares, en el trabajo, cuando buscamos espacios de ocio con los amigos que el sufrimiento no solo nos descoloca, no solo evitamos hablar de él sino que nos resulta demasiado incómodo.

Es más fácil crearnos una vida artificial, bonita, de formas exteriores dulces y bien medidas. Una buena mesa y unos buenos vestidos, un buen vehículo; una familia modélica y religiosa viviendo dentro de una urbanización más o menos acomodada, con amigos juveniles y agradables, que alegran nuestro corazón. Pero, ¡ay del día en que nos encontremos con la otra cara de la moneda!

El hijo que fracasó en los estudios, o en la enfermedad, la madre o el padre que entra sin poder evitarlo en una enfermedad incurable, la muerte que nos sorprende y nos toca en el ser que más nos duele, el trabajo que se acaba o la terrible maldición de las desavenencias hacen saltar por tierra la unidad familiar.

De repente vemos que todo se nos cae, se nos hunde. Miramos alrededor y no entendemos. Gritamos el cielo y el cielo se calla. Pedimos ayuda o consejos, y la mayor parte de las veces son torpes.

Cuando la cruz llega, porque la vida con sus constantes contradicciones y penosas limitaciones en su cansado devenir las va dejando caer, la cruz nos llega de repente y aplasta las espaldas de los más débiles. Dios no envía cruces, pero las cruces llegan.

¿Para qué sirve la fe? ¿Cómo dirigir nuestra oración a Dios desde la oscuridad o desde el dolor? ¿Cómo seguir afirmando la bondad del Padre cuando parecería que nos ha abandonado?

El cristiano tiene el reto de presentar ante el mundo una fe madura que no juega a negar el sufrimiento lo cual sería un infantilismo, ni edulcorarlo con maquillajes adolescentes (no solo traiciona el ser del hombre sino que lo incapacita para ser hombre). El cristiano, sin buscar el dolor porque el dolor es antidivino, aprende a vivir en las contradicciones y limitaciones lacerantes del mundo y el dialogo continuo con él. La fe es el norte que guía el camino, la luz que ilumina en medio del desconcierto, el aire que limpia y renueva la atmósfera recargada y el agua que refresca el cuerpo cansado. El cristiano no busca evadirse en una confusión con la divinidad que le aleja del camino, sino que contemplando la gloria –presencia de Dios- le lleva a la vida para la transformarla según Dios.

Jesús, como antes Abraham, ha hecho de la voluntad de Dios el sentido de su vida, el horizonte de su caminar. Han salido de su casa, de sus cosas, y se han puesto en camino. Y con ellos, confiados en Dios, se han puesto en camino también muchos hombres y mujeres de fe en todos los rincones del mundo. Nosotros hoy, solidarios con todo el género humano, participamos en esa marcha de Cristo transfigurado hacia Cristo resucitado.

Hemos escuchado a Jesús, hemos contemplado su gloria. Pero no nos quedemos solo en el gusto de la visión. ¡Levantémonos, no tengamos miedo!, nos dice el Señor. Prolonguemos con la vida la luz vislumbrada en la eucaristía. Así marcharemos en paz por los caminos del Señor.

Que la transfiguración nos estimule a transfigurar a Jesús con nuestra vida y con nuestro testimonio en un mundo que vive la oscuridad del secularismo.

+ Roberto de Coro
@MonsLuckert