DOMINGO 19-01-2014
II DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
LA SOLIDARIDAD
Jn 1, 29 – 34
Desde el planteamiento cristiano, llevar a buen término el trabajo por la justicia y la solidaridad es una obra que no puede hacerse de cualquier forma. “Tras de mi viene uno que es más grande que yo”. El mundo está necesitando de luz, es lógico que los creyentes ofrezcamos con todas nuestras “empresas” la luz que más puede iluminar: la luz de Cristo Salvador.
El termino solidaridad como hemos apuntado muchas veces, está cada día en una mejor valoración, pero tal vez no tanto el fruto y las realizaciones de la solidaridad. Las prospecciones sociológicas nos indican que son muy pocos los que sudan y asumen en nombre de la solidaridad solo un porcentaje muy pequeño. O lo que es lo mismo, son muy pocos los que dejan la piel por ayudar al prójimo sin recibir a cambio nada más que satisfacción personal.
Y sin embargo, parece que crece la inquietud por paradójico que pueda ser los datos, muchos o pocos, los voluntarios, los que quieren el cambio social para una sociedad cada día más justa, intentan a toda costa mejorar su intervención y llevar a cabo con todo el rigor del mundo los proyectos que ponen en marcha o que se han de realizar en favor de los más pobres.
Cooperar por cooperar no es suficiente – se decía – se trata de hacerlo con un claro fin, conseguir el desarrollo del país en que se quiere uno apoyar, los países del tercer mundo urgen la presencia y el apoyo de los países desarrollados para salir de su miseria, para salir de su situación de injusticia social.
No deja de ser en este momento de suma importancia para todos – para el receptor de los beneficios, para quien los procura y pone en marcha, para las personas que desde su casa aportan su grano de arena a un proyecto que lejano les invita a cooperar económicamente. No deja de ser importante realizar con toda exactitud, estudio, honradez, aquellos proyectos que hacen realidad la solidaridad de quienes la tienen.
Donde se acepten el odio y la injusticia como datos inamovibles de la historia humana, se cometen pecados contra el espíritu. Donde los hombres viven a expensas de los demás, como simples limosneros, donde se enfrenta el hambre, la miseria con el bienestar y se mantiene la paz por medio del miedo y del terror, se arroja de la historia al espíritu de Dios, que es espíritu de justicia y de amor.
Jesús nos invita a un cambio de mentalidad que produzca transformaciones positivas en la sociedad. Hagamos de la solidaridad la vivencia de la caridad.
+Roberto de Coro
@MonsLuckert