REFLEXIONES DEL PASTOR
DOMINGO 21-12-2014
IV DOMINGO ADVIENTO
NERVIOSISMO DE COMPRAS NAVIDEÑAS
Cuando llegan estas fiestas tradicionales uno se da cuenta de la
importancia que tiene lo cotidiano, nuestra forma de vida habitual en la que
nos hemos acomodado y de la que tanto nos cuesta salir; aunque nos quejemos de
monotonía y de que “nunca pasa nada”.
El modelo de sociedad en el que nos movemos conoce muy bien esta
circunstancia. Por eso, cuando llegan las navidades, nos invita a salir de la
monotonía y acudir a sus “templos” del consumo para aprovisionarnos de regalos
para las personas que queremos aunque el resto del año nos acordemos pocas
veces de ellas.
El mensaje que nos llega de diferentes formas es que cuanto más quieres a
una persona, más caro ha de ser el regalo que le vas a hacer. De alguna manera,
previamente trabajada por sus técnicos, nos “ocupan” el poco tiempo que
dedicamos a las personas concretas y a lo que realmente necesitan de nosotros.
Todo esto me hace pensar en un fenómeno que se está dando en los que
tenemos cubiertas las necesidades básicas. Me refiero al aumento del cuidado y
atención a la propia persona y a los pequeños grupos (parejas, hijos, amigos…)
de los que formamos parte. Nos sienta bien y es eficaz para nuestra salud
mental. Los ejemplos son abundantes: terapias personales de parejas, de grupos,
escuelas de padres, medicina integral, cursillo de personalización, etcétera. Todo
ello pertenece a la esfera de lo privado, aunque tenga repercusiones en otras
personas, y por lo tanto suponen dedicación de tiempo y de dinero.
Pero resulta que al dedicar tanto tiempo a la esfera de lo privado, lo
común y lo público se lo encargamos a los profesionales y a un escaso número de
voluntarios y voluntarias que realizan una tarea que deberían ser de todos para
que realmente pudiéramos hablar de bien común y de desarrollo humano.
Conocemos a muchas personas que participan hace unos años con otras
personas en la transformación de las estructuras sociales y que hoy están
volcadas en su vida privada, trabajo estable, su familia, su casa y sus amigos.
Las plataformas intermedias de transformación social y colectiva como las
asociaciones de vecinos, los comités de empresas, los colectivos de las
universidades, de los institutos y de los barrios, los movimientos eclesiales,
aparecen como espacios de resistencia, impulsados por “viejos” militantes y con
escasas incorporación de gente más joven. Lo mismo está sucediendo con las
convocatorias reivindicativas y con los foros de debates; asistimos siempre los
de siempre. Pareciera que los problemas de Venezuela, los problemas de la
región, los problemas de nuestro barrio no nos pertenecen y no nos comprometen.
Para que pase algo lo primero que hay que hacer es participar, es preciso
trabajar más para una cultura de la participación si queremos ser protagonistas
en el presente y constructores del futuro.
Por lo tanto, desde la Iglesia y desde los cristianos de siempre, la
critica que más se escucha estos días es que las navidades están perdiendo el
espíritu religioso y familiar que estas fiestas deberían tener y que no hace
muchos años eran muchas las familias que se juntaban en las casas y luego todos
juntos acudían a las celebraciones en el templo.
Resulta paradójico que siendo esto cierto continuemos con las mismas
prácticas y con las mismas quejas de todos los años; seguimos pensando que lo
que deben cambiar son los demás, que los responsables de tanta tergiversación
en los mensajes navideños son los medios de comunicación y esta sociedad
consumista y egoísta.
¿Y qué hacemos nosotros para cambiar? ¿Qué hacemos nosotros para que la Navidad
recobre el sentido de la esperanza de la llegada del Señor que nos viene a
liberar?
Pidamos que la fuerza de su espíritu de ese Dios hecho niño en un pesebre
nos ayude a descubrirlo en medio de la vida que sufrimos y gozamos con los
demás. ¡Feliz Nochebuena y feliz Navidad para todos!
+Roberto de Coro
@MonsLuckert