REFLEXIONES DEL PASTOR
DOMINGO 6-7-2014
XIV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
VENGAN A MÍ LOS QUE ESTÁN CANSADOS Y AGOBIADOS
Mt 11, 25 – 30
Los agobios de Jesús siempre tienen que ver con
la vida de las personas y con el cumplimento de la voluntad de su Padre.
Nuestros agobios. Desde luego, no se trata de
los agobios individualistas que son provocados por el sistema en que nos
movemos las personas con la barriga llena, las espaldas cubiertas y el riñón
forrado. Aquello de salud, dinero y amor que decía la canción. No, son más bien
los agobios provocados por la ausencia de unas condiciones que posibiliten la
vida humana a todas las personas que poblamos este planeta. Los sin sabores de
las personas no escuchadas, el olvido de las minorías excluidas, el esfuerzo de
los trabajadores y trabajadoras por
conseguir unas condiciones dignas de trabajo y de salario, etcétera.
En definitiva, son los dolores y sufrimientos de
una humanidad esclavizada por el desarrollo técnico y material que provoca
grandes desigualdades y se olvida y pone trabas al desarrollo y el crecimiento
de las personas, de todas las personas.
Ante todo esto, el mensaje de los poderosos es
que las cosas no pueden ser de otra manera y que para que algunos podamos estar
bien (poseer cosas y seguridades), otros cada vez más han de subsistir con lo
mínimo. Todo esto, bien utilizado, provoca un agobio paralizante que sostiene
el sistema imperante en el mundo, y especialmente en nuestro país.
Menos mal que podemos ver y producir señales de
esperanza: nuevos movimientos sociales, colectivos que proponen y viven
alternativas al actual sistema, manifestaciones y foros antiglobalización llenos
de gente joven… Son pequeños, sí, y no se les da mucha publicidad, pero son
signos de que la vida, la libertad y la creatividad nunca se detienen.
En medio de todo esto, el discurso de la Iglesia
en los últimos años es bastante derrotista: “el hombre se ha alejado de Dios”.
¿Pero no sería más bien que la Iglesia se ha alejado de los hombres? Pensemos
en el movimiento obrero, en los jóvenes, en los intelectuales, en todos los
colectivos que entre luces y sombras brotan porque no están de acuerdo con la situación
imperante en el país y el mundo.
A veces, da la impresión de que lo único que nos
preocupa es mantenernos como organización mayoritaria y que nuestro discurso
sea escuchado y obedecido por todas las personas, como ha sucedido en otras
épocas de la historia. Nos resulta difícil estar en medio de la gente y de sus
luchas como uno más, aportando nuestras experiencias y colaborando con todos.
En lo único que deberíamos destacar es en
nuestra confianza en el Dios de la vida, que siempre está pendiente de todas su
criaturas, y mostrarlo a todos los hombres y a todas las mujeres con un estilo
de vida austero y sencillo, con unas opciones claras y significativas por la
causa de los empobrecidos de la tierra y muy especialmente los empobrecidos de nuestra
patria Venezuela.
Es difícil entender que un país que se jacta de
decir que es inmensamente rico por los recursos naturales que posee, sin
embargo, sea un país inmensamente pobre.
Y así, aunque tengamos que sostener una mínima
organización, sobre todo para discernir las llamadas del espíritu y las
llamadas de los pequeños que destruyen la soberbia de los poderosos y las obras
que conducen a la muerte.
En su tiempo, Jesús también vivió agobiado,
rodeado de gente que le pedía signos y prodigios, no tenía tiempo ni para
comer. En ocasiones, se sintió fracasado y solo, y otras veces tuvo que escapar
de las multitudes porque querían hacerlo su líder.
Pero él también desarrollo un criterio de
discernimiento. Cumplir la voluntad del Padre y mantenerse atento a las
situaciones de opresión que vivían las personas de su tiempo. No se refugió en
las normas y prácticas religiosas, aunque las conocía mejor que nadie. No se
quedó en su casa, en su tierra, lamentándose de su mala suerte. No entró en
polémicas con los poderosos, con los sabios y entendidos para conseguir
privilegios.
Jesús disfrutaba con los sencillos las cosas cotidianas,
y les daba responsabilidades, les ayudaba a descubrir el verdadero rostro de
Dios, el de Abba Padre, y les invitaba a mirar a las personas como hermanos,
acercándose a ellas en cualquiera de sus necesidades. Les exhortaba: “no se
preocupen por lo que van a comer o con qué se van a vestir; su Padre sabe que
necesitan todo eso, ustedes preocúpense por el Reino de Dios y su justicia y
todo lo demás se les dará por añadidura”.
En la sencillez de la fracción del pan y de la
sangre derramada hemos podido reconocer a Jesús y la iniciativa de Dios para
querernos. Vayamos en paz a los hombres y a las mujeres con los que convivimos
y construyamos juntos una convivencia
humana y solidaria en la que sea posible para todos descubrir el Reino de Dios.
Que nadie se sienta excluido de la mesa común,
de la escuela de la promoción humana y del taller del desarrollo de todas las
personas y de todos los pueblos de la tierra. Dios nos ama porque somos sus
hijos.
+Roberto de Coro
@MonsLuckert