Ante la situación angustiosa que vive el país y el llamado
que se hace de diferentes partes, particularmente de la Conferencia Episcopal Venezolana a
dialogar, a poner en común las cosas por la cual los jóvenes están protestando,
es importante decirle al presidente de la República, Nicolás Maduro, que no se puede dialogar con
el puño cerrado, no se puede llamar al dialogo insultando y descalificando, no
se puede llamar al dialogo amenazando a los interlocutores con los cuales se
quiere conversar y buscar soluciones.
Ante este problema grave de falta de comunicación creíble de
parte y parte, porque también la oposición se está radicalizando frente al
grave problema de Venezuela, es importante clarificarles tanto al Gobierno como a la oposición que el
dialogo es importante y para que haya un coloquio constructivo entre las dos
partes lo primero que debe haber es CLARIDAD y TRANSPARENCIA, ante todo. “El
dialogo supone y exige CAPACIDAD DE COMPRENSIÓN y DE TOLERANCIA, es un
trasvasar de pensamientos, es una
invitación al ejercicio de las facultades superiores del hombre. Se dialoga con
inteligencia. Bastaría esta razón para clasificarlo entre los mejores fenómenos
de la actividad y de la cultura humana”.
Otro carácter que debe perfilar un diálogo constructivo es
la MANSEDUMBRE, la que Cristo nos propuso aprender de Él mismo: “aprendan de mí
que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11, 29). El diálogo NO ES ORGULLOSO, NO
ES OFENSIVO, NO DESCALIFICA, NO AMENAZA. Su autoridad es intrínseca por la verdad que expone, por la caridad que
infunde, por el ejemplo que da. No es orden, no es imposición, como parece ser
que la tiene el Gobierno. Da la impresión de que la verdad solamente está de
parte del presidente y de su equipo, los demás no tienen razón y no tienen algo que argumentar.
EL DIÁLOGO ES PACÍFICO, evita los modos violentos, ES
PACIENTE, ES GENEROSO, y aquí hay que recordarle al presidente de la Republica
que él es el padre de familia de una nación que se llama Venezuela y que él debe generar apertura porque gobierna no para una parte,
sino para todo el país.
Otra característica del diálogo es la CONFIANZA, tanto en el
valor de la palabra propia cuanto en la actitud para poderla aceptar por parte de los interlocutores. Lo que decía al principio: con “el puño cerrado y las
amenazas, las descalificaciones” no puede haber confianza. Por lo tanto, el diálogo
promueve la confianza y la amistad. Entrelaza a los espíritus en la mutua
adhesión a un bien que excluye todo fin egoísta.
Una característica más del diálogo exitoso es la prudencia
pedagógica, la cual tiene muy en cuenta las condiciones psicológicas y morales del que escucha, es decir, saber escuchar a un niño, saber escuchar a una
persona inculta, si desconfía, si es hostil; y se afana por conocer la
sensibilidad del interlocutor y por modificar racionalmente a uno mismo y las
formas de la propia presentación para no resultarle aquel molesto e
incomprensible.
Señor presidente, en el diálogo así ejercitado se realiza la
unión de la verdad, de la caridad, de la inteligencia y del amor. Señor presidente,
llame al diálogo pero baje el puño, llame al diálogo pero baje el tono agresivo
de su discurso, llame al diálogo y entienda que usted es el presidente de la
Republica y que tiene un gravísimo problema entre sus manos porque los que protestan
pacíficamente tienen algo que ofertarle, algo que exigirle, algo que usted
tiene que resolver. Recuerde que política es trabajar por el bien común de
todos los venezolanos y esa es su gravísima obligación.
Tengo la grave preocupación, y se lo quiero advertir, de que al final de este enfrentamiento que
manifiesta una gravísima enfermedad que padece el pueblo venezolano, resulte
una nueva lista de Tascón, en la cual se descalifiquen a estos jóvenes que han
protestado pacíficamente y han protestado por cosas que son veraces al
sentimiento del gran pueblo venezolano, no les den la posibilidad de estudiar,
no les den la posibilidad de trabajar, y así como hoy está vigente la lista de
Tascón, se aumente esa agresiva y excluyente lista con nuevos nombres
acusándolos de sediciosos y de incómodos al Gobierno.
Señor Nicolás Maduro, no olvide que Venezuela es un gran país, no olvide que
durante 40 años vivimos en democracia con todos los errores que supuso; que
hace más de 40 años hemos dejado la dictadura, hemos vivido libres; no olvide, Señor presidente, que Venezuela no
es Cuba, no es una isla. No olvide, señor Presidente, que no salimos de la
dictadura de Batista para caer en la dictadura de Fidel y de su hermano Raúl.
Venezuela ha vivido y quiere vivir en
democracia y usted ha sido elegido democráticamente por los votos populares. No insulte, no descalifique, no
desprecie, los que lo adversan son venezolanos y necesitan su comprensión y
también un dialogo en el cual se respeten ambas partes y se busquen soluciones
comunes a los problemas del país.
Le he dado las características de un diálogo constructivo y
he estado parafraseando palabras del Santo Padre Pablo VI en su Encíclica
Ecclesiam Suam.
Mons. Roberto Lückert León (+Roberto de Coro)
@MonsLuckert